22/7/08

Tristeza no tiene fin


En estos días hemos sabido de la muerte de Breno Mello, aquél que fuera protagonista de la estupenda película Orfeo Negro.

Seguramente para muchos, entre los cuales me incluyo, el nombre de este actor y futbolista no les decía nada, cosa que no ocurre si hablamos del Film de Marcel Camus.

Al igual que Mello, muchos otros personajes han sido olvidados después de haber vivido un período de fama y popularidad para la cual, a mi parecer, no estaban preparados.

El mundo del cine, la televisión, la música, crea una serie de mitos, iconos, ídolos de pies de barro que acaban por sucumbir ante su propio peso. Es al intentar asirse a la realidad, cuando estas personas pierden pie. No me malinterpretéis, no quiero decir que todo su universo de estrellas les estalla en las narices, es el engaño lo que acaba por salir a flote. Creo que pocas cosas dan tanto dinero como una imagen vendible. Tras esas sonrisas forzadas, esos cuerpos de escándalo, o esas magníficas dotes innatas (eso nos venden), no se esconden sino personas corrientes y molientes. En algunas ocasiones poseen muchísimo talento, pero igualmente se les explota y engaña para luego abandonarlos a su suerte.

No existe historia que me resulte más molesta que la que habla sobre un actor o una actriz sacados de la calle ¿Cómo pueden ocurrir esas cosas?

Cierto es que siempre he sido algo sensible con lo que respecta a ese tema, pero no porque considere que me quitan el trabajo (soy hombre de teatro), sino porque no soporto que tanta gente me venga con la misma cantinela. ¿Qué este salió de la calle? …., pues ahí va a volver como no tenga dos dedos de frente. Estas mínimas luces a las que me refiero consisten en alejarse de productores, aduladores y falsos camaradas. Sin esfuerzo no se consigue nada. Sin embargo esto no se nos mete en la cabeza…, claro que tampoco nuestra sociedad nos ayuda mucho. El esfuerzo, la constancia, la búsqueda, prácticamente quedan relegados a lugares infames y rancios. Yo soy el primero que muchas veces peco de inconstante, pero no espero que las cosas me vengan regaladas.

Nos venden algo que no existe. Cuando pensamos que la dicha nos va a caer del cielo nos equivocamos. Eso tan solo le ocurre a unos pocos, unos pocos desgraciados que ven colmadas aspiraciones propias y ajenas de la noche a la mañana. Pies de barro pies de barro pies de barro. ¡Qué espantoso transformarse en Golem y ser animado por otro!

Orfeo perdió a su bien amada Eurídice y su canto lastimero entristeció tanto a los dioses que le permitieron bajar al inframundo para recuperarla. Tan solo una condición le impuso Hades. El caminaría delante de ella hasta que vieran el sol. Orfeo en el último momento giró la cabeza y Eurídice desapareció para siempre, se desvaneció, erró cuando dependía de él. El Orfeo negro, Breno Mello, futbolista según dicen mediocre, también recibió el favor de los de arriba. Le permitieron caminar delante de su sueño hacia los rayos del sol. Propiedades, mujeres, fama, en cada peldaño de subida. Se ve que Mello también miro hacia atrás irremediablemente.

Carlos

9/7/08

Habitar el filo

Poco queda por decir de aquella magnífica experiencia vívida y compartida. Como ya contó Marcos, en ningún momento pensamos que aquello cobraría tal dimensión. Una performance programada para durar unos 30 o 40 minutos se convirtió en todo un viaje que duró algo más de dos horas y del que muchas personas se quedaron fuera.


En principio parecería que todo se montó de un modo espontáneo. Nada más lejos de la realidad. El hecho de que Marcos y yo materializáramos la idea en una hora escasa no le resta importancia a las numerosas conversaciones sobre teatro y artes escénicas que hemos compartido. Es mas, creo que el haber compartido con mi amigo y compañero horas de clase, ensayos y delirios artísticos abrió la puerta para que la complicidad se convirtiera en propuesta y la propuesta en acción. Sin embargo lo que hizo posible aquello fue la disposición que mostraron todos los que desearon participar. Paula es un claro ejemplo de ello y la narración de su experiencia es un testimonio fantástico.


Muchas veces me he preguntado sobre la función del teatro, ¿qué espera la gente encontrar ahí? ¿qué hace que un hecho escénico sea en ocasiones irrepetible? Estas cuestiones aparentemente tan sencillas, no lo son en absoluto. Existen numerosas ideas, tesis, libros al respecto. Grandes maestros y artistas han aportado su visión. A nosotros nos queda empaparnos de todo lo escrito y dicho (algo que puede alcanzar dimensiones enciclopédicas), o mejor aún, experimentarlo. Boal nos dice que el teatro “(…) es el arte de vernos a nosotros mismos, el arte de vernos viéndonos”. Ciertamente esto es así, de hecho la palabra teatro proviene del griego theatron, lugar para contemplar. Mayorga apunta en esa dirección afirmando que “el teatro se hace ante una asamblea (…) El teatro convoca a la polis y dialoga con ella”. Esta última afirmación habría que someterla a juicio de alguna manera, ya que lo que se da no es exactamente un diálogo, puesto que la polis o el espectador, no interviene en el momento de la acción ni varía acontecimiento alguno. En este sentido me interesa mas la frase de Boal “(…) el arte de vernos viéndonos”, ya que esto si requiere de una acción recíproca. No en vano el director brasileño introduce de manera crucial al espectador en su teatro foro, permitiendo o facilitando así una suerte de catarsis colectiva. Para Boal no hay sino “espect-actores”. Algo parecido intentamos crear nosotros. Así como no es sencillo explicar cuál es la función del teatro, tampoco resulta fácil hablar de la performance. Podemos considerar que este género es la pieza clave, la bisagra de la ruptura que se produce en el arte en la primera mitad del siglo XX. La performance evoluciona a un ritmo vertiginoso y sufre múltiples mutaciones hasta lo que hoy en día entendemos como tal. Sea como fuere a nadie se le escapa que este tipo de arte requiere de un compromiso por parte del artista y del espectador. Es esta unión especial la que la diferencia del teatro, al menos del que con frecuencia nos rodea. Algo indiscutible es que en este tipo de representación, como apunta Gloria Picazo, “(…) el artista deviene su propia obra de creación (…)” y esto aterra a aquel que la presencia. El miedo a lo desconocido, a penetrar en otro tipo de lenguaje, a plantearse preguntas toma forma a veces como rechazo, a veces como admiración. Las tripas, los sesos no son inmunes a la performance, siempre se dialoga con ella, o mejor, a través de ella. Nos damos cuenta que el encuentro aún es posible.


¿Qué es antes, el teatro, o la performance? Evidentemente si nos referimos a una época en concreto y a su expresión, el teatro es anterior. Pero si hablamos de su labor renovadora y liberadora no estaría tan seguro. En los anales de este arte tildado tantas veces de radical, reconocemos como demiurgos del hecho al grupo DADA entre los que destaca Marcel Duchamp, el colectivo FLUXUS de cuyos integrantes destaca John Cage como creador y Georges Maciunas como aglutinador de un grupo tan heterogéneo. Precisamente para este último, los fines de FLUXUS eran “sociales y no estéticos”. ¿No debería ser así siempre en el teatro? Esther Ferrer, pionera de la performance en España, nos dice lo siguiente sobre su grupo denominado ZAJ: “ZAJ, no le cuenta historias, ni le quiere, ni le detesta, ni le busca, ni le excluye, en realidad, ZAJ, solo hace, por ejemplo, convierte al espectador en actor, transformándose el mismo en espectador, aunque usted no lo quiera. Aunque se escape, aunque intente impedirlo, está dentro de ZAJ en el momento en que ZAJ se presenta ante usted.” Artaud sostenía que “(…) no podemos seguir prostituyendo la idea del teatro, que tiene un único valor: su relación atroz y mágica con la realidad y el peligro”.


Aquella noche una de las chicas que se “aventuró” a participar, se paró delante de la puerta tras la cuál se encontraba nuestra instalación y con voz temblorosa nos preguntó - ¿pero qué me vais a hacer? - y aquellas palabras nos supieron a Marcos y a mí a gloria.


Carlos, obrero de la palabra.

6/7/08

Los efectos de la oralidad

Me acuerdo muy bien de la performance que nos relata tan detalladamente Marcos. Aquella noche sucedieron muchas cosas y la performance con sus voces creó un ambiente especial, en él cual cada participante tuvo una experiencia propia. Yo por mi parte volví a descubrir la importancia y la magia de la oralidad. El escuchar voces - la diferencia entre leer, ver y escuchar.

Al comienzo de la performance estaba nerviosa, ya que no sabía exactamente lo que iba a suceder y luego al tener que leer en voz alta y ser grabada, me puse más nerviosa aun. Sin embargo me deje llevar por ellos y al final disfrute de la participación activa. Durante la performance y por los nervios descritos, no fui consciente de todo lo que estaba ocurriendo ahí. Fue luego ... en la madrugada, al haber terminado la performance, al estar los tres en casa escuchando la grabación de las voces, cuando me di cuenta que esa noche se había separado lo escrito de lo oral. Ese fue el momento en el que surgió la magia. El escuchar los poemas con las voces de distintas personas. Estas voces nos daban un acercamiento distinto a la poesía de Ángel González y de Vanessa Pérez Sauquillo. Según la persona que leía el poema, este cobraba otro significado. Influía en el poema la voz, la entonación, la pronunciación, los silencios, la respiración... Los poemas yo ya los conocía: los había leído- sola, en mi cabeza- luego los leí en voz alta durante la performance y por último los escuche en casa a través de las voces de otras personas. En cada momento la poesía cobraba una vida diferente y creaba una reacción distinta en mí. El haber sacado los poemas de su forma escrita y el convertirlos en voces, les dio un nuevo significado. Esa noche la oralidad no solamente nos comunico algo, también nos creó sensaciones.

Ya sabemos que la aparición de la oralidad, como sistema de expresión y comunicación, es muy antigua y se corresponde con otras características del ser humano, tales como el andar erguido y el uso de instrumento. (Halliday, 1989) Es decir, dondequiera que haya seres humanos, habrá un lenguaje hablado – una oralidad. Además según Walter Ong (1987) la oralidad y la escritura son dos formas de producción del lenguaje que se distinguen plenamente la una de la otra. La escritura es así un sistema secundario en el sentido de que la expresión oral existe sin la escritura, pero la segunda no lo es sin la primera. Es así como la expresión oral es capaz de existir sin ninguna escritura en absoluto; sin embargo no habría escritura sin oralidad. Todo esto me lleva a la conclusión de que la oralidad siempre ha estado ahí, antes que cualquier otra forma de expresión ... y sin embargo la noche de la performance tuve la sensación de descubrir sus efectos por primera vez.

Paula, obrera de la palabra.

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