Las modelos de Rodin

Una vez se ha leído la exposición de Marcos sobre Rodin, sus coños y sus maduras señoritas, uno empieza a escribir pensando que va a ser fácil hacer un comentario al respecto, que la línea a seguir es bastante clara. Pero resulta que no es así. La frontera entre el arte y la pornografía, el pudor y la naturalidad o entre el lenguaje directo y los eufemismos son temas que desde siempre suscitan una cierta controversia. Y ya ni hablo de la homosexualidad, la cual para algunos no es mayor problema, siempre y cuando la tengan bien lejos y no se manifieste, como si de una enfermedad se tratara, cerca de ellos.

Las fronteras son lugares difíciles de describir, parece como si no pudiéramos sacar nada en claro salvo problemas aquí y allá, trasiego de cosas, ideas, personas. Una frontera nunca es un lugar para habitar, o estás aquí o estás allí. Sin embargo yo creo que estar a caballo entre dos territorios, da la posibilidad de vislumbrar algunas cosas de otro modo quedarían casi remotas.

Estas señoras de las que hablaba Marcos, y que tanto alababan el trazo de Rodin al dibujar clítoris y demás, cambiarían tajantemente de opinión si asistieran a una exposición de algún artista actual en la que la entrada, por ejemplo, fuera un coño gigante de látex el cuál representa la fecundidad del arte. El hecho de que haya sido el mismísimo Rodin el que pintara aquellos dibujos, les otorga un billete hacia la seguridad de que lo que están viendo no es algo indecente o de mal gusto. Aceptan aquello que ya ha sido aceptado. Pero claro, así no podemos avanzar, si es lo que nos proponemos. Y es aquí cuando metemos nuestro primer pié en terreno fronterizo. Hubo, hay y habrá artistas que consiguen desconcertar al respetable - ¿pero que veo?- , -¡a sí!-, - es una mujer sentada sobre otra-,- hay que ver que maestría-. Pues sí, hay que ver que maestría hay que tener para que usted esté viendo dos mujeres masturbándose o follando y se trague la imagen delante de sus amiguitas. También es verdad que la imagen de un coño o unos tocamientos, no quedan tan lejos de su vida, aunque sí de su realidad social. Es pues el artista una bisagra que articula dos mundos, un prisma por el que se puede mirar sin ser condenado. Claro que si solo habitamos uno de los dos territorios, o bien no escuchamos a nadie o acabamos fusilando a otros por escribir una novelita plagada de algunas verdades. El artista es filtro, chivo expiatorio, prisma y demiurgo de todo lo que le rodea.

Creo que Marcos tiene razón en sus dos respuestas cuando se pregunta sobre qué es obsceno o qué es pornografía. Para mí depende tanto del autor como del que lo mira, ahí esta la comunicación o la no comunicación. Dos tías follando son dos tías follando pero claro... con el trazo de Rodin….

Carlos.