23/6/08

"Voces"

Esta semana quiero recordar una experiencia que compartimos los tres desblogeados desde puntos diferentes.
Hace unos meses fui a Berlín con el propósito de ver a mis queridísimos amigos Carlos y Paula y hacer junto con Carlos una performance en la inauguración de una web de encuentro de los artistas españoles en Berlín.
Desde el primer momento me sedujo la idea de trabajar desde un sitio nuevo. Carlos propuso el título casi sin pensarlo y desde ahí surgió todo el proceso creativo. Se nos ocurrió a cada uno por separado que sería interesante utilizar poesía. Así que seleccionamos poemas de autores contemporáneos españoles. Quedaron textos de Ángel González y de Vanessa Pérez Sauquillo.
A partir de ahí queríamos que fuera algo participativo para la gente que lo viera y un acto único e irrepetible. Analizando los medios técnicos que teníamos apareció la posibilidad de utilizar una grabadora digital. Eso nos dio la idea que perfilaba toda la acción. Tras una puesta en escena sólo quedaría la voz grabada. Empezó a tomar importancia la idea de que después de todo lo que queda es la Voz, el sonido, no lo escrito ni la forma. Después de una lluvia de ideas delirantes y tranformaciones varias para adaptar la acción al espacio se nos ocurrió la forma final.
Con elementos muy básicos y un ambiente de obra crearíamos el templo de la palabra, donde recibiríamos en parejas a los participantes. Para ello acotamos con unas cortinas una parte del local a la que los paricipantes entrarían por una puerta y se encontrarían con un pasillo hecho con velas que conducía bajo una lámpara de billar hacia el trono de la palabra. Detras de este una maceta con llamas hacía de altar de la palabra y del trono salían cintas blanquirrojas de obra a modo de rayos que enmarcaban el altar. Debajo del trono una luz amarilla de obra y tras el altar una luz vertical que proyectaba el efecto hacia arriba hasta un techo altísimo.
Nosotros ibamos vestidos con un mono de obrero y con una gorra revolucionaria.
La acción comenzaba dándoles la bienvenida al templo de la palabra a dos participantes. Se les invitaba a acompañarnos al trono de la palabra mientras Carlos por un lado y yo por otro ibamos leyendo en canon un poema que empieza: Camina, camina... A mitad de recorrido empezaba a sonar la grabación del mismo poema con nuestras voces con lo que se creaba una polifonía de ecos con el mismo poema.
Al llegar al trono de la palabra invitabamos a uno a sentarse y convertirse en un obrero de la palabra como nosotros mientras el otro permanecía de espectador. Todos aceptaban y tenían que escoger un poema al azar. Les decíamos que tenían que leerlo para que luego otros obreros de la palabra pudieran escucharlo. Lo leían en el trono mientras uno lo grababa y el otro le iluminaba el texto con una linterna. Al terminar le dábamos las gracias por haber sido un obrero de la palabra y hacíamos la misma operación con el otro.
En la segunda parte de la performance se repetía el paseo hasta el trono y esta vez se les decía que habían estado unos obreros de la palabra que habían dejado un poema para ellos. escogían un número y les entregábamos una copia en papel para que mientras escuchaban por una oreja la grabación y por otra nuestra lectura en directo pudieran seguir el poema. Al terminar los invitabamos a sacrificar el poema en el altar de la palabra con nosotros. Juntos echabamos nuestras copias al fuego y les pedíamos que se quedaran con la voz. Dándo las gracias por haber sido obreros de la palabra los invitabamos a salir.
Esta performance duró dos horas y tuvo momentos memorables, como las hostias que me daba contra la lámpara mientras decía que tuvieran cuidado, un cuasi incendio que creamos y sobre todo las reacciones de la gente. Entre místicos cuando oían la palabra templo o sacrificio, orgásmicos cuando les leíamos en el paseillo inicial y muy colaboradores cuando les pedíamos que fueran obreros y leyeran.
Como realidad quedaron las voces de los primeros obreros de la palabra, que desde mi humilde opinión es un documento sonoro de incalculable valor. Así que, Carlos no te quejes que esta vez te lo dejo a huevo.
Termino diciendo que me encantaría repetir la experiencia porque fue muy transformadora y ritual sin que fuera esa nuestra intención.

Marcos, obrero de la palabra.

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